martes, 5 de noviembre de 2013

¿Por qué no es recomendable hablar acerca de una Constelación Familiar?



Esta debe ser una de las preguntas más reiteradas a las cuales he debido responder al comienzo de cada taller de Constelaciones Familiares. No es sencillo tratar de entender desde una lógica racional lineal este importante ámbito relacionado con el no comentar lo vivido en una constelación en que uno mismo fue paciente.
                El mismo Bert Hellinger, creador de este método terapéutico, ha explicado este concepto. La Constelación Familiar funciona en un espacio específico y atemporal. Tiene la particularidad de gestarse un espacio estructural claro, en donde todas las generaciones se conjugan en un solo tiempo, el ahora. Por eso la característica de atemporal. Pero no es la familia en sí la que se ve representada, sino una imagen de ella. Es una imagen confeccionada desde el Alma Familiar del paciente, pero que tiene la particularidad de entrelazarse con la historia de cada uno de los presentes en ese lugar. De un modo global, cada una de las experiencias de los presentes se ponen al servicio de esta Alma Familiar que solicita ayuda, y se genera una imagen de la familia, con todos los antepasados necesarios y que entregarán la información suficiente y necesaria de acuerdo al siguiente paso en la escala evolutiva que debe realizar el paciente en la actualidad.
                Por esta misma razón es que cada Constelación Familiar es distinta una de otra. Muchas veces me han llegado comentarios de pacientes, en que aseguran que lo vivido en la última Constelación fue totalmente distinto a lo experienciado en la anterior, 3 meses atrás por ejemplo. La razón es que cada Constelación se “abrirá” para mostrarle al paciente lo necesario para que dé el siguiente paso en escala evolutiva, en su crecimiento personal. Y como nuestro crecimiento es diario, incluso cuando nos sentimos estancados, cada Constelación tiene su propia dinámica enriquecedora y clarificadora. Poco y nada, según mi parecer, tiene que ver con la habilidad del constelador. Sino más bien se relaciona con el grado de apertura y receptividad del paciente, para acoger en Amor lo vivido en la  Constelación.
                Volviendo al tema del no hablar, como lo que se evoca es una imagen de la estructura familiar primigenia, la sanación alcanzada mediante los distintos movimientos familiares en Amor también son desde la misma imagen. Como no se tiene la posibilidad de que estén cada uno de los miembros originales de la familia referidos en la Constelación, son los representantes los encargados de encarnar esos cambios, permitiendo que a través de su entrega se lleve a cabo una nueva imagen de esta estructura familiar, que permitirá que el Alma Familiar logre sanación en el aspecto específico visto en dicha Constelación.
                Y como es solo una imagen, una visualización, estas puede distorsionarse si son aterrizadas al nivel del intelecto o una lógica racional lineal. El ego, con su necesidad de entender desde la lógica, debido a que le teme a lo desconocido, en especial a todo aquello que genere o conlleve cambios profundos; puede ser capaz de cuestionar todo lo vivido, refutar lo visto y llegar incluso a negar lo sanado. Esto se hace de manera inconsciente, la mayoría de las veces. Pero también las personas escépticas y con bajo nivel apertura a lo nuevo, lo pueden hacer de manera consciente.
                Por eso es que lo mejor resulta ser no hablar nunca de la Constelación. Así se permite que la nueva imagen del Alma Familiar actúe libremente, sin ningún tipo de obstáculo y barrera egocéntrica que la altere. Y permitirá que los cambios sean aún más profundos que los vistos en la Constelación propiamente tal e incluso otorgándoles la posibilidad de perpetuarse en el tiempo.
                Hellinger al inicio de su trabajo con esta nueva metodología, sugería no hablar de la constelación en por lo menos un mes. Según mi propia experiencia como paciente y como constelador, el mes de espera es algo relativo, ya que tiene que ver con el ser capaz de manejar la primera ansiedad de no hablarlo, donde sin dudas las primeras semanas son muy duras. Pero luego de eso, uno prácticamente se olvida de lo vivido. Y eso es lo mejor que puede ocurrir. Porque así permitimos que la nueva imagen trabaje libremente en el Alma Familiar, haciendo cada uno de los movimientos necesarios en la estructura familiar real, que llevarán a un estado de armonía del paciente.

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